Por higiene democrática es preciso derogar la Prisión Permanente Revisable
Cada vez que sucede un crimen execrable como el de Diana Quer o el de Gabriel Cruz, resurge el debate de la Prisión Permanente Revisable, animado por los mercaderes del dolor. El tratamiento sin ningún tipo de escrúpulo o pudor de estos casos en los medios, dedicando horas y horas con todo morbo, dando voz a la gente airada que exige el linchamiento inmediato de los asesinos, y la utilización infame e indecente por parte de los dirigentes del Partido Popular y Ciudadanos —que hacen política con el dolor de los familiares para tratar de conseguir indecentemente algunos votos—, consiguen que un sector amplio de la población, siempre manipulado por las mentiras sobre el sistema penal desde los medios y por esos partidos políticos, se movilice exigiendo que no se derogue e incluso se endurezca la Prisión Permanente Revisable.
En el caso de Gabriel, la falta de toda moral se hizo vergonzosamente evidente en el mismo funeral, cuando los dirigentes del Partido Popular empezaron a hacer política rastrera con la Prisión Permanente Revisable sin importarles que el cuerpo del niño todavía estaba presente.
Ante esa falta de escrúpulos pocas razones caben, pues se ha anulado el debate argumentado y técnico sobre el sistema penal, que es lo que debería de ocurrir. Pero lo cierto es que no se puede olvidar que todos esos crímenes se han producido estando en vigor la Prisión Permanente Revisable. Y que ni el asesino de Diana ni la asesina de Gabriel fueron disuadidos por que existiera esa pena de cadena perpetua. Lo dicen todos los expertos en la materia: penas más duras no disuaden a los asesinos ni reducen la criminalidad.
Tampoco es cierto que exista mucha reincidencia en casos criminales con asesinatos. Son absolutamente mínimas. Y de todas formas, desde la aplicación del endurecimiento del cumplimiento íntegro de las condenas ningún condenado ha salido libre, por lo que no existe ningún dato científico de reincidencia en estos casos graves.
Cien catedráticos de derecho penal acaban de firmar un manifiesto en el que precisamente afirman esto mismo: que la Prisión Permanente Revisable no disuade a los potenciales asesinos y, sobre todo que, además, pone en grave riesgo los valores democráticos de nuestro ordenamiento constitucional, ya que imponen “pensas inhumanas”, posibilita “un encierro de por vida” y sitúa el horizonte de libertad en un momento “lejano, incierto y que no depende del comportamiento del reo”.
Es de sobra conocido que países con pena de muerte como EEUU tienen, sin embargo, uno de los índices de criminalidad más altos de todo el mundo, lo que viene a apoyar que la dureza de las penas, por muy dura que sea, no disuade a los criminales.
Los datos están ahí para quien quiera verlos sin orejeras: que España es uno de los países que tiene más bajo el nivel de criminalidad de la Unión Europea, que sin embargo (al contrario de lo que defiende gente exaltada y los políticos del Partido Popular y Ciudadanos), España tiene el sistema penal más duro de casi toda la Unión Europea, y que fruto de ello es uno de los países que más personas tiene en prisión por cada mil habitantes, con cárceles saturadas y condiciones bastante lamentables. A todas y todos se nos encoge el corazón con casos como los de Gabriel o Diana, pero no debe ser el dolor ni mucho menos la ira quien dicte el código penal. Comprendemos y empatizamos con el dolor de las víctimas, pero aunque no sea popular decirlo, no les corresponde a ellas legislar desde su inmenso dolor sobre políticas punitivas.
Pienso que los que están a favor de la Prisión Permanente Revisable (luego la cadena perpetua) o de penas más duras, dan argumentos que tienen más que ver con la venganza que con la justicia. Y la verdad es que veo una ira entre la gente que da que pensar sobre el tipo de sociedad que se está gestando, y que se aprecia también en otros temas.
Honestamente, me gustaría que quienes escriben motivados por la ira y la venganza escucharan a la madre de Gabriel y aprendieran algo de su dignidad.
Por eso pienso que es más urgente que nunca la derogación en el Congreso de los Diputados de la Prisión Permanente Revisable, para no seguir alimentando la venganza, el odio y deteriorando nuestro sistema democrático.
Artículo aparecido originalmente en el boletín de Ganar Cádiz En Común. Por Rafa Lara (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía)
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