¿Qué ha pasado con la hucha de las pensiones?
La hucha de las pensiones se ha vaciado. Y aprovechando la ocasión, vuelven una vez más sobre el tema de la crisis de las pensiones y, cómo no, sobre la recomendación de que se hagan pensiones privadas. ¿Han observado que esta campaña se intensifica siempre a fin de año, cuando las personas que tienen ahorros buscan cómo colocarlos pagando el mínimo de impuestos? Y, claro, existen desgravaciones fiscales para las pensiones privadas. ¿No es absurdo afirmar que no hay dinero para las pensiones públicas y ofrecer desgravaciones a las contribuciones a las pensiones privadas? Solo esto nos debía hacer sospechar que algo extraño, por usar palabras suaves, se oculta tras el tema de las pensiones.
Se está terminando la hucha de las pensiones. ¿No era para esto precisamente para lo que se había establecido la hucha? ¿Para que cuando las cotizaciones no bastaran se pudieran pagar igualmente las pensiones? ¿Por qué entonces tanta alarma? Si de verdad está teniendo lugar una ‘recuperación’, deberían recuperarse las cotizaciones y la hucha. Pero claro, como la recuperación, suponiendo que sea real, tiene lugar con una gran precariedad laboral y salarios de miseria, no se recuperan las contribuciones a la Seguridad Social. Aquí está, por tanto, un primer elemento que hay que plantear: mejorar los salarios y la estabilidad laboral y no llorar como plañideras porque los jubilados viven demasiados años. Aunque desaparezca la hucha, las contribuciones normales siguen y, si los salarios fueran decentes, de la misma forma que en otros muchos años con las contribuciones, podrían financiarse las pensiones.
Pero todas las ocasiones son buenas para volver una vez más al tema de la insostenibilidad de las pensiones: hay demasiados viejos y viven demasiados años —no se atreven a decirlo así pero es lo que se trasluce de su tratamiento del tema—, y no hay dinero para mantenerlos. Es un argumento totalmente falso en todas sus facetas. ¿Cómo se distribuye la riqueza de un país para pagar los gastos colectivos? ¿Quién decide qué gastos se financian y cuáles no? ¿Quién decide que es mejor financiar el Ejército, ciertas infraestructuras, las embajadas o el rescate bancario que mantener a los ancianos?
Si todos estos aspectos y muchos otros se financian a través de los impuestos, ¿por qué no las pensiones? Si no llega con las cotizaciones, ¿por qué no se pueden financiar las pensiones con impuestos, como todos los demás gastos colectivos de una sociedad?
En un momento de nuestra historia se decidió que las pensiones públicas se financiaran solo con las contribuciones de los trabajadores en activo. Lo que hace que las pensiones no sean más que transferencias entre trabajadores. Es una forma, pero no la única. De modo que el resto de la población, especialmente aquellos que obtienen beneficios de las empresas, no participa para nada en mantener a aquellos que han producido la riqueza que ha hecho que el país llegue donde está ahora.
ARGUMENTOS FALSOS
El tema está repleto de argumentos falsos. Como muestra, uno que debiera hacer sonrojar a los economistas que, sin embargo, lo usan sin descanso. Se refiere al tema de que no habrá suficientes trabajadores para mantener a los pensionistas. En el caso del Estado español, como se ha decidido previamente que las pensiones públicas solo se financien con las contribuciones de los trabajadores, los salarios son relevantes. Pero esta es una opción política.
En realidad, para la financiación de las pensiones, el número de trabajadores no importa para nada, lo que cuenta es la riqueza que los trabajadores producen. Lo que importa para evaluar la capacidad de financiar las pensiones es la producción de riqueza y su distribución. Y en el Estado español se produce mucha más riqueza que hace 40 años y se espera producir más en el futuro. ¿Por qué no se considera esto en lugar de enredar con el número de trabajadores? No es el número de las personas que trabajan, sino lo que estas producen y cómo se distribuye lo que importa. ¿Se puede creer que no lo saben los economistas, o a quién conviene este error?
Se ha hecho una gran difusión del comentario de la OCDE de que nuestras pensiones son demasiado altas. ¿Se ha observado cómo viven los pensionistas españoles que, además, con frecuencia mantienen a sus familiares más jóvenes? La proporción de las pensiones es más alta que en algunos otros países, pero los salarios son mucho más bajos, con lo que se cobra realmente menos. Se pueden tergiversar mucho las cosas con las estadísticas cuando conviene. Sin olvidar que la OCDE es una de las grandes instituciones internacionales con políticas económicas neoliberales.
¿HAY O NO HAY DINERO?
El tema de la insostenibilidad de las pensiones vuelve cada cierto tiempo. En parte, porque en las sociedades modernas se ha asumido la idea de que sostener a la gente cuando no produce es un coste, aunque produjera mucho en su vida activa, pero, sobre todo, porque lo que los poderes fácticos, económicos y políticos persiguen es que la gente que puede ahorrar se haga pensiones privadas, que permiten jugosos beneficios al capital financiero.
Pero consideremos el tema en su dimensión real: ¿cómo es que en un país que no tiene dinero para financiar las pensiones públicas existe ese mismo dinero si las pensiones son privadas? ¿Hay o no hay recursos reales para mantener a los ancianos?
Las pensiones privadas son un estupendo negocio para el capital financiero. Pero son un disparate para los pensionistas. Para estos, es muy arriesgado poner el dinero en pensiones privadas que dependen de la Bolsa, pierden valor con la inflación y son muy caras, pues cobran comisiones por gestionarlas. Y en lo social son enormemente injustas, pues solo quienes pueden ahorrar podrán tenerlas. ¿Qué se hará con los millones de personas que no pueden ahorrar?
La alarma causada porque se acaba la hucha tiene unas bases y unas razones falaces que se pueden resolver con relativa facilidad si se quiere realmente solventar el problema. Si no llega con las contribuciones de los activos, que las pensiones se financien como todos los demás gastos sociales, con impuestos. Vivimos en una sociedad relativamente rica que, si distribuye bien lo que produce, puede permitir vivir decentemente a toda su población.
Un texto de Miren Etxezarreta
* publicado originalmente en El Salto Diario