La milenaria cultura Nativo Americana del Norte, considerada erróneamente como salvaje, nos ha dado lecciones de ecologismo, de cómo vivir en la naturaleza y aprovechar sus recursos sin destruirla. Y a la vez, a diferencia de los roles sociales estrictos que quería imponer el cristianismo europeo (ya fuera protestante, luterano, calvinista, católico…), nos ha demostrado que se podía convivir aceptando las diferentes tendencias sexuales. Las personas podían mostrar un interés desde temprana edad por roles a la vez masculinos y femeninos. La naturaleza espiritual de esta cultura ha interpretado a estos individuos como ocupados por dos espíritus, implicando que un espíritu masculino y otro femenino conviven en el mismo cuerpo. En aquel entonces se reconocían 5 géneros: hombre, mujer, hombre de dos espíritus, mujer de dos espíritus y transgénero.

Los adultos al notar esta tendencia en los niños les apoyarían en el desarrollo de esta personalidad dual hasta la edad adulta, en la que llegarían a ser respetados y admirados por la comunidad. Ellos valoraban a cada persona por el aporte real que hacía a la tribu y se consideraban afortunados cuando un ser de “dos espíritus” nacía en su familia; era una total bendición, porque además de ser muy autosuficientes, se les suponían poderes místicos y actuaban como curanderos y chamanes.

Así, los dos-espíritus con cuerpos femeninos tomaron papeles como jefas, consejeras, cazadoras o guerreras, y los dos-espíritus con cuerpos masculinos solían tener papeles como el manejo y entierro de los difuntos o enfermeros durante expediciones de guerra o se quedaban en los campamentos ayudando a las mujeres y en la educación de los niños y niñas.

Quiero defender la educación infantil sin discriminación de género, el derecho a ser padres y madres independientemente del género que se tenga. Porque lo más importante para criar a los hijos e hijas es tener ganas, mucha capacidad de amar y firmeza para educarlos en valores positivos para ellos y ellas y para la sociedad. Y lo pueden hacer como cualquier otra pareja, con sus defectos y virtudes, pero entregados a ello con la responsabilidad que requiere dicha labor.

Antes de la posibilidad de casarse entre homosexuales, ha habido muchos casos de parejas, por ejemplo él homosexual y ella lesbiana que se casaban para tener una familia. Eran buenos amigos y hacían un pacto para convivir y criar a sus descendientes. También hubo muchos hermanos homosexuales o tíos de viudas jóvenes que les ayudaron en la educación y sustento de las familias (Así como hermanas y tías lesbianas, aunque en aquellos tiempos ellas estaban más ocultas), historias que por miedo “al qué dirán” o por vergüenza no se reconocían abiertamente.

También mencionar a quienes se dedican a la enseñanza, porque ¿qué tiene que ver su tendencia sexual con su aportación educativa? ¿Lo que de verdad importa no es su preparación y su buena pedagogía?

Como buen ejemplo, quiero exponer el caso de un maestro, natural de Arcos, Julio Mariscal Montes (1922-1977). A pesar de ser uno de los grandes poetas gaditanos de la generación de los 50, en su propio pueblo sufrió mucho por la marginación de la sociedad puritana de esa época y no fue lo suficientemente valorado ni respetado hasta bastantes años después de muerto. Si en las ciudades de la posguerra española los homosexuales lo pasaron mal, en el medio rural fue aún peor. Sin embargo, en Paterna de Rivera, donde ejerció desde 1957 al 1967, fue apreciado y admirado por sus méritos intelectuales y humanos, aportando mucho como educador: “fue un faro que iluminó mi formación intelectual y cultural”, dice uno de sus alumnos aventajados. ¡Él motivó a muchos de sus estudiantes para que hicieran carreras universitarias en aquel pequeño y humilde pueblo!

Va este pequeño reconocimiento a tantos maestros y maestras, educadores en general de todo tipo de géneros, con una calidad y sensibilidad extrema que nos han criado, enseñado conocimientos y transmitido sus valores humanos. Y aceptemos a quienes lo están haciendo en el presente, dándoles su sitio con el respeto que se merecen.

Un artículo de Aurora Cazorla Ríos y Leonor De Bock Cano

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La milenaria cultura Nativo Americana del Norte, considerada erróneamente como salvaje, nos ha dado lecciones de ecologismo, de cómo vivir en la naturaleza y aprovechar sus recursos sin destruirla. Y a la vez, a diferencia de los roles sociales estrictos que quería imponer el cristianismo europeo (ya fuera protestante,...