El crimen de salvar vidas
De joven me gustaban los tebeos de superhéroes porque disfrutaba mucho viendo cómo acababan siempre con los malos, y recibían el aplauso y la gratitud de los oprimidos, que se sentían protegidos y seguros con ellos.
Casi cada día, en algún lugar del Mediterráneo, embarcaciones abarrotadas de personas que huyen del horror, rezan atemorizados por poder llegar con vida a alguna costa. Y rezan también para encontrar alguno de esos héroes o heroínas que a veces aparecen, para que les socorran y les ayuden a llegar con vida a tierra firme.
La periodista y activista española por los derechos humanos, Helena Maleno, puede ser condenada a cadena perpetua en Marruecos, lugar donde reside. ¿Su delito? Alertar a las autoridades españolas y marroquíes cuando una patera navega hacia la costa con peligro de naufragar; acción que realiza desde 2007. Es la policía española la que la investiga y denuncia por posible tráfico ilegal de vidas humanas, archivando la Audiencia Nacional el caso. Ante el revés de la Audiencia, envía los informes de la denuncia a Marruecos omitiendo el archivo del caso en nuestro país. Helena espera un juicio justo en el país magrebí, mientras sigue salvando vidas en el estrecho, donde, según el jefe de Salvamento Marítimo de Almería, es la persona que más vidas ha salvado. En una entrevista en el programa de El Intermedio, Helena relataba con la voz entrecortada la cantidad de gente que se ha salvado gracias a su acción, pero también la de gente querida que ha perdido en estos años, en los que ha sufrido incluso intentos de asesinato. Señalaba también que las principales empresas europeas de venta de armas han “hincado” el diente en el negocio del control migratorio. Es un negocio redondo, según Helena, ya que provocan las guerras y luego controlan las migraciones. “Somos testigos incómodos en medio de todas esas industrias criminales”. Ante la pregunta “¿Y si vas a la cárcel?” no duda la respuesta: “Si defender el derecho a la vida me lleva a la cárcel, pues tendré que ir por haber defendido el derecho a la vida. No podemos retroceder ahora, las consecuencias serían desastrosas”.
Óscar Camps es el fundador y director de Proactiva Open Arms, una de las pocas ONGs que siguen operando en el Mediterráneo socorriendo inmigrantes y refugiados. Lo es a pesar de haber sido amenazados con disparos de guardacostas libios financiados por la Unión Europea según sus propias palabras, o de ser objeto de innumerables campañas de desprestigio orquestadas desde la misma institución supranacional, por considerarlos testigos incómodos del comportamiento inhumano de Europa ante la crisis de los refugiados. Casi todas las ONGs que operaban en el mediterráneo han desaparecido ante los graves ataques y amenazas. Preguntado si alguna vez pensó en tirar la toalla, Óscar contestaba que en ningún momento: “Estamos redoblando esfuerzos en conseguir financiación para poder fletar otra embarcación y seguir salvando vidas humanas”.
Manuel Blanco, Julio Latorre y Quique Rodríguez son tres bomberos sevillanos, que decidieron dedicar sus vacaciones a salvar mujeres y niños que huyen de la guerra y de la pobreza en la isla griega de Lesbos, poniendo su experiencia profesional al servicio de la ONG Proemaid. Fueron detenidos por las autoridades griegas en enero de 2016 y esperan juicio acusados de traficar ilegalmente con seres humanos. Su desconcierto y su angustia no encuentran consuelo. “Aún no podemos creérnoslo , están criminalizando la ayuda humanitaria, vas allí a echar un cable, dedicas tus vacaciones a rescatar a gente y te lo pagan así”.
La ya admirable actuación de personas como Helena, Óscar, Manuel, Julio y Quique ocupando sus esfuerzos, sus energías, y poniendo en peligro su integridad física y su propia vida en salvar a otros seres humanos de morir cobra todavía más valor ante la pasividad generalizada de una sociedad anestesiada que mira constantemente para otro lado ante la peor crisis de flujos migratorios de la historia reciente. Mientras, la Unión Europea paga a países para que sirvan de muro de contención de seres humanos, o arman defensivamente sus fronteras, cuando no directamente alienta los ataques contra las ONGs; mientras, se criminaliza la ayuda humanitaria y se centran las responsabilidades en las ONGs, a las que se ataca al mismo tiempo. Todo un despropósito. En nuestro país, el Gobierno del Partido Popular no solo asume las insolidarias políticas migratorias de la UE, sino que se convierte en vergonzosa vanguardia de ellas. Ante el comportamiento heroico de las personas mencionadas, encontramos el de nuestro Ministro del Interior, el señor Zoido, quien acusa a las ONGs directamente de “favorecer y potenciar la inmigración irregular, dando lugar a que corran peligro en el Mediterráneo”. La culpa de que el Mediterráneo sea la mayor fosa común del mundo es de los que van allí a intentar que no haya más muertes. La otra cara del ser humano. Quizás Zoido, mientras recibe continuas comunicaciones de pateras que intentan llegar a la costa, canturree para sus adentros eso de “Doy gracias a Dios por nacer aquí, y no pido perdón”.
Por Pepe Valero
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