30 monedas
Desde que era pequeño me intranquilizaba mucho la historia de Judas, que había vendido a su amigo Jesús por unas miserables treinta monedas de plata.
Siempre me ha dado qué pensar y nunca he encontrado una justificación convicente para aquel acto. Pero han ido pasando los años y he comprobado que actos similares se llevan a cabo muy a menudo. Reflexionemos. ¿Quién no conoce a alguien que se ha vendido alguna vez en la vida? Algunos lo han hecho por un precio superior a las treinta monedas de plata y otros se han conformado con bastante menos.
Cuando hablo de esto se me vienen a la cabeza compañeros sindicalistas que parecían negociar algo bueno para el colectivo pero al final solo pensaban en sí mismos. Miembros de asociaciones que juegan a ser políticos y sus monedas han sido mínimas, un carguito por aquí, otro por allá… Hay mucho vendido entre los que se llaman activistas pero que nunca han coincidido conmigo en las actividades que surgen en la ciudad y los que llegaban en el momento que aparecía la prensa para desaparecer una vez hecha la foto.
Yo en mi militancia he pasado por partidos, sindicatos, AMPA, ONGs, asociaciones y organizaciones de ciudadanos, pero sinceramente, no he aspirado a ninguna recompensa. He sacado una recompensa enorme, inestimable del aprendizaje y del conocimiento que iba adquiriendo de personas que me han enseñado. Hemos crecido juntos. También he conocido algunos Judas que hacen un mal uso de la buena voluntad de la gente y falsifican votos o se llevan el esfuerzo de sus compañeros. Esas cosas pueden suceder, pero hay que desenmascararlos y señalarlos para que no vuelvan a vender a otras personas honradas.
Echemos una mirada a la cantidad de aspirantes a políticos que hay en esta ciudad. Observaremos cuantos revoletean por las organizaciones sin comprometerse y después van dando lecciones de buenhacer quedándose solo en la retórica y la teoría. Pronto empiezan a pedir monedas a cambio de favores.
En los partidos políticos tradicionales, que tienen estructuras jerarquizadas de arriba abajo, hay una batalla permanente por ocupar cargos. A menudo dejan de hacer el fin para lo que esa organización está creada y las luchas internas hacen que se pierda una energía preciosa para poder transformar la sociedad. De ahí que hoy pertenezca a una organización en los que todos somos un voto y la energía solo se gasta en mejorar cada día. Por eso tengo que decir: “Gracias por aguantarme”.
Judas se llevó al zurrón treinta valiosas monedas, pero tenía pocos amigos.
Por Manuel Fernández.
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